
Anualmente los hindúes aprovechan la llegada de la primavera para celebrar el festival del Holi, un festejo religioso que no solo tiene como motivo la llegada del buen tiempo (y con éste el de buenas temporadas para las cosechas), sino que también es una forma de dejar atrás los errores del pasado y eliminar así los conflictos. Es decir, se conmemora la victoria del bien sobre el mal.
El nombre del festival procede del mito donde Joliká, la malvada tía del príncipe Prahlada pretende quemarle en una hoguera para hacerse con el poder del pueblo. Así, Joliká se introdujo entre las llamas junto al príncipe con una manta resistente al fuego, pero la protección de la manta finalmente se trasladó a Joliká, el cual comprobó cómo su tía se reducía a cenizas.
Con motivo de ello, entre los rituales del festival se pueden encontrar hogueras, en las cuales se coloca la figura de Joliká para recordar cómo finalmente se acabó con el mal que representaba su figura.
Pero la característica principal, y por la cual es llamado el festival de los colores, es que se utilizan tintes naturales procedentes de plantes para llenar toda la ciudad (e incluso a las personas) con diferentes matices.
Créditos de la imagen: Ahmad Masood/Reuters